Me encantan las zonas sucias, de luces tenues y muros desconchados. Esas en las que no conviene meterse con un reloj de oro o una falda muy corta.
Esas en las que sorprendes a la gente, y te te siguen con la mirada cuando pasas, como si les interrumpieras en un negocio turbio. A veces es así.
Están muy cerca, dando la vuelta a una esa bonita casa.