Que suerte tienen algunos curas, que hasta en época de crisis viven como dios en el centro de las ciudades, y sin hipoteca. Incluso normalmente con el servicio esmerado de alguna buena cristiana voluntaria.
En este caso fotografio la entra en la iglesía, a la que supongo que es la casa del cura. Con una buena verja no vaya a ser que alguna criatura de dios quiera entrar a la casa del pueblo a robarle. Porque una cosa es el voto de pobreza y otra ser gilipollas.
Donde trabajo también hay un edificio enorme en el centro de la ciudad, en el que vivirán una docena de monjas de la tercera edad, y alguna negrita importada. Tienen unos jardines que parecen los de un palacio. Y yo en mi casa no tengo sitio ni para una planta en un balcón inexistente.
En fin más les vale a algun@s, que se arrepientan de todo en el último momento. Porque, como diría Forrest Gump; cuando coges el ascensor, no sabes si te va a tocar uno que sube o uno que baja.