Ya me va quedando menos para que se me acaben las vacaciones.
Al fin y al cabo como este agosto no salgo de Donosti, no tengo esa sensacion de descansar. No al menos mentalmente, que es lo que más notas cuando te vas fuera (aunque sea a un camping).
Me queda el consuelo de que en octubre se casa un amigo en Cadiz, y aprovechamos algunos para coger esa semana de vacaciones.
En uno de mis paseos vacacionales he cruzado por la Avenida de la Libertad, que tiene una fachada de un edificio con esta escultura. Una extravagancia más de la clase adinerada.
La he visto cientos de veces al pasar por esta calle. Tanto que ya se había vuelto invisible.
Hoy la he vuelto a mirar.